Llevar adelante esta entrevista realmente nos llenó de alegría y de satisfacción en cada uno de sus pasos. A la hora de preguntarnos, ya que nuestra motivación es la difusión del trabajo de artistas y proyectos independientes, con qué nota podríamos redondear este 2019, que abarcara los puntos más significativos del año fuera de lo estrictamente musical, ese probable nombre nos cayó encima de maduro y coincidió con la presencia de alguien a quien admiramos y respetamos mucho desde hace varios años: Paula Maffía.
La cantante y compositora local ha generado especialmente mil positividades este año, por un lado propulsadas por el lanzamiento de “Polvo”, su más reciente producción discográfica y por otro su aporte desde la palabra a variados medios, su posición como militante del feminismo, la manera poética y peculiar de expresar su coherencia en el mensaje, sus inclinaciones políticas y seguro muchas aristas más. Así y avalando éso, concertamos esta entrevista en dos minutos y, en una suerte de valoración recíproca de trabajos, se prestó clara y precisa como siempre lo hace, sin importar para nada el valor de mercado del micrófono que tenga enfrente.
Feliz año para todos y todas. Gracias por compartir esta nota y disfruten la lectura de este ida y vuelta, como nosotros disfrutamos de pensarla y hacerla.
HR: Hace mucho de los tiempos de Acephala y aquel circuito en el que casi todo valía. Hoy, ya poniéndole un moño a la segunda década de siglo, si visitamos el Salón Pueyrredón vemos que algo de eso queda. Cientos de músiques de ese momento les dieron vueltas de tuercas a sus carreras y sus incursiones en distintas aristas artísticas. ¿En qué etapa lejanísima sentiste de verdad un viraje en tu evolución personal, del punk a quien iba a componer “Polvo”? ¿De quiénes te sorprendiste rodeada en esa instancia?
PM: Tengo mucho cuidado a la hora de responder cosas que contengan una premisa en torno a la evolución. Yo no creo que haya un camino lineal inexorable de “lo menos mejora lo más mejor”. Me parece que una va acumulando experiencia y visiones visiones del mundo, cosmogonías, encuentros con personas; va enriqueciéndose, va pormenorizando y va aprendiendo a valorar mejor su obra y también a volverse más humilde. Todo este tipo de experiencias llevan a distintas instancias de la obra. Es algo mágico, como si viniera del futuro. Cuando compongo algo, en ese momento es una especie de descarga muy simbólica y mágica muy del fondo remoto de mi mente y muchos años después recién puedo interpretarla con mayor literalidad, y entiendo que eso contenía una enseñanza para mi futuro.
Entonces, más que pensar que aquel Salón Pueyrredón fue una etapa lejana y que luego tuve un viraje de evolución personal, lo que te puedo decir es que “acumulé” todo lo que me pasó desde aquellos años (los dicisiete, diciocho) hasta mi actualidad, cuando compuse “Polvo” a los treinta y cuatro, para editarlo a los treinta y seis.
Soy la misma persona y todo eso está dentro mío haciendo ebullición. Contengo obviamente aquello y creo que “Polvo” es, más que un viraje, un eterno retorno a este lugar del punk rock, porque si bien el disco no es específicamente punk rock, vuelvo sí con mucha intención a un audio muy rockero que vengo cultivando desde aquella época.
HR: Parte del encanto del suceso popular de Las Taradas, estuvo y está (además de acercar al colectivo feminista a lo que hoy es primera plana) en haberle dado la chance al público de estar en presencia de artistas que trabajaban a nivel premium, pero que claramente provenían de un palo más indie, que no era el bolero, ni el swing, ni la salsa, ni el son cubano, ni el tango. Sin embargo todo lo hacían de manera excepcional. Tomando distancia del “Son y se hacen”, ¿cómo vivís hoy el haber formado parte de un “evento” que deberá tener su asterisco en la línea de tiempo grande de la música nacional, por fuera del circuito de sótanos?
PM: Ante todo, gracias por la apreciación. Ahora con Las Taradas estamos en un parate, con lo cual me cuesta analizar este “asterisco” como lo llamas vos. Estamos repensando de qué manera quisiéramos volver, con qué propuesta. Entonces ahora tengo -al menos personalmente- a la banda en un momento de suspenso en mi mente, justamente para librarla de todo tipo de carga afectiva con la que ya veníamos trabajando todas. Creo que el suceso que representó la banda tuvo que ver con la espontaneidad y la inocencia con la que armamos el proyecto. Fue un chiste que iba a durar una sola noche y fue tan enorme lo que pasó que tuvimos que hacer una segunda fecha y así sucesivamente, hasta que nos hicimos cargo de esta banda que se inició como proyecto paralelo y terminó devorándose todos nuestros proyectos personales, en gran medida. A diez años de haberla conformado, darnos un espacio para reinterpretar nuestro vínculo en nuestra misión fue urgente, porque justamente hay también amor en la distancia, en el respeto.
Pienso también que fue una banda que creyó en un Super Grupo y el hecho de que fuéramos todas mujeres fue algo secundario. Buscamos hacer un Super Grupo de personas admiradas entre sí y todas esas personas éramos auto definidas mujeres, así que también proponer una Super Banda de chicas fue una propuesta inocente. Se nota cuando se arma algo así especulando con motivo de la época. Si bien yo era feminista y autodenominada feminista por aquel momento, no sé si todas las chicas se englobaban en ese mote. Ciertamente nuestro entorno todavía no miraba con ojos felices la palabra “feminista”. Todavía tiene una carga muy académica, de alguna manera clasista, y para mucha gente lamentablemente significaba “hembrismo” en ese entonces. Por suerte se le perdió miedo a esta palabra y ojalá se le pierda el miedo a todas las palabras en sí. Parece que el lenguaje éste es una herramienta que podemos justamente torcer a nuestro favor felizmente, y podemos también reinterpretar los significados a través de los significantes y ese es nuestro trabajo; no adoctrinar las formas sino batallar y mejorar el contenido que les damos.
Tampoco estuvimos muy fuera del circuito de los sótanos. No fuimos orquídeas que crecieron en las altas copas de la exquisitez. Las Taradas tienen mucho reducto y mucho under, y creo que esa fue también otra cosa que le dimos a este tipo de música. Veníamos a ponerle un lomo muy punk y rock a géneros un tanto tradicionales y nos encantó no tener que caretear nuestro origen, poder brindar esa mirada fresca y un poco desinhibida a géneros que están más vinculados a “lo bonito” o “lo prolijo”, “lo pipí-cucú” o “lo familiar”, todas esas cosas que tienen que ver con lo conservador.
HR: Muchos de los pequeños, medianos y grandes medios (dicho con conocimiento de causa) consideramos que el efervescencia en continuado de "Polvo", a varios meses de la publicación de sus primeros simples, y el que te hayas vuelto una figura representativa e influyente está relacionado directamente con las decisiones que fuiste tomando, a las distintas “eras” en tu carrera artística y militancia. Algo que lleva a otro algo. Teniendo en cuenta el factor suerte-tiempo-espacio y conociendo tu postura respecto a “los ídolos” y la autogestión ¿te hacés cargo del hecho palpable de ser esa referente, o la exposición te obliga a pensar y repensar los pasos que das en el día a día? ¿Qué pasa por la cabeza de alguien emergida como una imagen capaz de vender cualquier cosa?
PM: Me gusta mucho cómo está armada esta pregunta, el planteo y las palabras elegidas. Yo no soy un ídolo, nunca lo seré. Soy una chabona que se levanta a la mañana (o a la media mañana), toma un café, reflexiona sobre la vida, hace un millón de cosas, le hierve la cabeza, le quema el corazón, falla en el amor, camina en la dirección opuesta a la que tiene que tomar, camina, le compra comida a su gata, le limpia la caca, lee libros, llora por cositas, se pelea con gente en la calle… Es “la existencia”, básicamente.
Tengo mucho respeto por los medios, especialmente los pequeños y los medianos. Los grandes no me respetan, entonces la verdad es que no los tengo sujetos a mi corazón. Siento que pertenecemos todas y todos a un mismo hábitat y la música no puede existir sin sus disciplinas hermanas, de hecho desearía que hubiera un poco más de incesto entre las disciplinas artísticas; que la música deje nutrirse exclusivamente de música, etcétera. Creo que el teatro es bastante promiscuo en ese sentido, depende de otras disciplinas. Pero la música es un poco cerrada a veces. Me gusta esta nueva intención de la música under o independiente de incorporar una noción de shows más espectaculares. Antes no estaba pensado de esta manera. Me gusta mucho que la música independiente busque la belleza y el impacto visual y también la preparación de shows de más espectacularidad. Personalmente no soy muy del show “espectacular” pero sí me gusta dejar desconcertado al público. Entonces busco preparar un material de calidad, un buen disco. En el caso de “Polvo”, el orden en que fueron saliendo los simples, el lapso entre uno y otro, fue algo muy pensado. Es la primera vez que trabajo con una estrategia y me pone muy contenta realmente que las bandas que no buscamos llegar al mainstream nos podamos poner esta seriedad al hombro en relación a nuestra obra. Esto era algo inesperado, porque el público no lo buscaba y porque tampoco el ambiente lo permitía. Así que para mí es por un lado muy importante respetar el micrófono que tengo en este momento en frente y esta posibilidad de manifestarme, hacerlo con cuidado y con delicadeza. Por otro, me parece que es muy importante el efecto y la repercusión que está teniendo el disco gracias a que medios como el tuyo se toman muy en serio el tema de la difusión. Básicamente estoy haciendo un elogio a la conspiración, al trabajo en conjunto, a generar un intercambio y una retroalimentación dentro de este hábitat que conformamos de igual medida el público, vos y yo.
HR: Entrando de lleno a este discazo “Polvo”; la sociedad del tridente centellolanzador con Patané en bajo y Briones en guitarra alcanza un pico superlativo. Simbiótico en lo colectivo y desde lo individual una máquina con engranajes bien definidos que parecieran energizarse mutuamente, sin techo de capacidad productiva. ¿Cuánto hay de piel, cuánto de trabajo?
PM: Es un poco un correlato de la respuesta anterior. No voy a volver a derretirme en elogios por Lucy Patané porque creo que ya es obsceno de mi parte (ríe), pero sólo puedo refrescar que hace más de diez años que trabajo con ella. Es una persona que sigo eligiendo y la intuición me indica que eso seguirá así para futuros trabajos, porque es una persona que siento que me interpreta sin tener que hablar. Y Nahuel es básicamente una de las personas más talentosas que conozco y ambes son profundamente generoses, extrovertides y amoroses y me da tantísimo placer trabajar con elles. Pretendo hacerlo mientras nos dure el placer y mientras funcione esta piel. Mientras nos dé felicidad vernos seguido y compartir la escena. Y también mientras sus agendas lo permitan, porque están en ascenso permanente y es enorme lo que están armando también con sus trabajos solistas. Así que mientras el deseo nos una y el calendario lo permita seguiré reactivando y enriqueciendo este “tridente centello lanzador” (amé esta expresión).
HR: Cada cual parece muy libre a la hora de arreglar, generar las bases o los increíbles finales de cada canción. ¿Es una democracia, PM & Sons?
PM: Sí, es una democracia y además hay confianza plena en lo que hace cada une. (Se detiene y piensa) ¿Por qué ponerle un mote político desde una especie de organización social que arrastra ya a más de dos mil años? (Risas) Te puedo decir que es un diálogo y es un coro. Es como... ¿viste la ronda del break-dance, donde cada une va tirando la onda y hace lo suyo? Es como una especie de generación conjunta. Sí, sí es democrático digo, pero también me parece que es un proyecto donde tanto Nahuel como Lucy vienen un poco a descansar la dirección que tienen en sus proyectos, adherir y también ser exprimidos en talento. Entonces, de alguna manera, hay como una Rex, una idea rectora que viene de mi parte y esa idea rectora es cómo un “tómalo como quieras”, básicamente. Es una guía que podés tomar, burlar, o “hacer lo que quieras”. Ese es más o menos el orden de los pasos.
HR: ¿Qué diferencias sustanciales podrías señalar entre PM & Sons (por arriba) y La cosa mostra o PM Orgía, aparte de los nombres?
PM: Acephala fue un proyecto personal que tenía nombre de banda. La Cosa Mostra fue mi segunda banda solista, que después se socializó en formato de banda. En todas siempre mi función principal fue fundamentalmente componer (además de poner la voz). Creo que lo que caracteriza a todos estos proyectos es que las composiciones son netamente mías; el arreglo depende en mayor medida de mis direcciones, o de las direcciones que decanto sobre quienes me acompañan, pero siempre dándole mucha entidad a la banda. Por eso la hago siempre muy presente en el nombre, en lo visual y en los videos. Siempre.
Me parece muy importante manifestar con quién trabajo y de ahí las diferencias. También la curaduría es una es una forma de manifestación artística. La Cosa Mostra tiene mucho tinte de swing y de música italiana que eran cosas que me tenían muy obsesionada por ese momento. Y siempre el sempiterno punk rock; de ahí luego surgen Las Taradas (este asterisco ya lo hablamos) pero de esta fascinación por el swing y la música vieja se despliega un poco más... cómo decirlo, una exégesis más grande dentro de los géneros en Las Taradas. PM Orgía es una tercera articulación que nace volviendo a mis composiciones personales, pero completamente manchada de toda la experiencia con Las Taradas. En PM & Sons vuelvo un poco a La Cosa Mostra y así creo que estos cuatro proyectos danzan felizmente entre sí.
HR: Los arreglos, la calidad interpretativa y las palabras (el bien decir) tuvieron preponderancia desde siempre en todo lo que encaraste y nadie con media oreja podrá afirmar que en cualquier material tuyo haya alguna cosa mal hecha o a las apuradas. Más a fondo, muchos pasajes de “Polvo” rozan el virtuosismo, lo que va casi en dirección opuesta a la corriente de la música popular emergente, cualquiera sea el género. ¡En “Polvo” hay de todo! Clave de blues, canciones de cuna, bases bailables, composiciones con ánimo folk, pero todo fluye siempre un poco más allá y ya no es lo que parecía al principio, como cocinado para un oído entrenado más que para la boca que comerá lo primero que le sirvan. Todo es intenso y algo dramático. Contra todo ésto, ¿cómo recibís el hecho de que parte de tus seguidores sean chicas que recién arrancan la secundaria, se vuelcan a la militancia verde y se “inician en la música” con “Polvo”?
PM: Mirá, para mí es muy importante que una obra pueda ser entendida independientemente de dónde viene y a dónde va. Que “Polvo” pueda ser disfrutado más allá de todo lo que hice o todo lo que haré, me parece enorme. Que este disco pueda hoy llegar a oídos jóvenes y ser entendido sin ningún tipo de contexto me parece alquimia. Me parece una magia muy muy especial. Por supuesto me pone muy feliz saber que la gente me conoce más allá del disco y que tenga a bien tener mi carrera, o mismo gente que no gusta específicamente de mi música pero respeta mi trayectoria. Sí, en “Polvo” hay de todo porque también me conforma todo. Soy como un animal que le gusta ser bueno para nada, pero regular en muchas cosas. No creo en “la especialización”, no es lo mío. No creo en ser la mejor de algo, prefiero chapotear en un montón de cosas porque tengo mucha urgencia. Estoy siempre muy apurada por vivir y quiero hacer todo, por lo menos un poquito. Quizás en algún momento de mi vida día tire el ancla y diga “ésto es lo que me interesa, con ésto me quiero morir, pero quise vivir todo lo que pasó”. Entonces, que haya gente que está iniciando su oído con mi música me parece tremendo y ojalá se animen en el transcurso de sus vidas a indagar un poco más de mí y de mi carrera. Pero también (como para respetar lo que acabo de decir) quiero estimular a esta gente a que se rompan los oídos escuchando TODO. La vida es muy corta, realmente. Así que si quieren oír más de lo mío me va a generar muchísimo placer, tanto como podrá generármelo saber que colegas míes están siendo también disfrutadas y disfrutados por esos oídos.
HR: La libertad con la que te movés y declarás en cada entrevista se fundamenta y está plasmada espontáneamente en cada capítulo de tu carrera. “Polvo” se ha convertido en un estandarte en el universo del flamante sello GOZA (que editó el disco). Esa libertad convive con otras libertades y promueve desde el colectivo propuestas importantísimas, como la Ley de Cupo Femenino en Festivales de Música, entre otras inquietudes. ¿Cómo es esa convivencia con otras artistas y qué relación puntual tiene PM & Sons con GOZA?
PM: Bueno, por un lado está el vínculo formal. Futurock me invitó a editar el disco con ellos. Me contaron que estaban lanzando un sello editorial de música y que ya venían con uno de libros. Me junté con Fede (Vázquez) y Barbi (Recanati) y eventualmente terminamos formalizando la manifestación física del disco a través de GOZA. Barbi es una de las personas más manijas y geniales que el under me presentó en su momento, hace más de 10 años, y ya después despegó atómicamente su carrera junto a Utopians. En su momento, compartimos muchísimos momentos y espacios. Es una persona coherente, activadora y genuina. ¡Y muy talentosa! Ella me comentó hace un tiempo que estaba armando un proyecto feminista. Es un derroche de talento, muy generosa y se reinventa permanentemente. Así que después de Utopians generó este “sello alianza” con Futurock, que es un medio tremendo, y me invitó a formar parte de su catálogo. El ingreso fue por ambos lados, iba hablando con ella y después con la radio hasta que terminamos concretándolo. Fue increíble y me pone muy feliz formar parte de este catálogo feminista y disidente que cura GOZA.
HR: Teniendo en cuenta la seguidilla de generosas noticias que desde lo artístico y tu militancia tuvieron para vos y lo que hayas llevado adelante estos 2018 y 2019, y que “Polvo” tuvo varios meses de diferencia entre su arranque y su exhibición (comenzó a grabarse a mediados de 2018 y sigue presentándose activamente), ¿en qué momento compositivo estás, pensando en 2020, tanto en lo literario como lo musical, con presentación de disco en la Usina del Arte y un Luna Park abriendo para Patti Smith mediante?
PM: Ahora estoy trabajando mucho sobre textos (es posible que esto tenga algún tipo de manifestación pronto). También sobre algunas ilustraciones. Me estoy corriendo un poco de la música, sólo momentáneamente. Ya por suerte tengo evaluado mi período creativo y aunque estas evaluaciones siempre cambian con el tiempo (y además cambian los procesos creativos), primero paso por un momento de siembra en el que consumo mucho arte y mucho texto, no sólo literatura sino también mucha teoría. A veces me ayuda un montón leer filosofía y otras humanísticas para componer. De hecho volví a la facultad, estoy cursando filosofía nuevamente para organizar también mi visión del mundo. Esto me hace muy bien y me estimula muchísimo. Tengo períodos de siembra donde recolecto, y períodos de una actitud más activa donde cosecho y después empiezo a producir lo cosechado. En este momento estoy saliendo un poco del aturdimiento que me generó sacar un disco, mostrarlo o estar completamente embebida con la obra. Una vez que das a luz un disco tenés que estar con la obra encima presentándola, exhibiéndola y explicándola. Estoy muy vestida de la obra, todavía estoy muy “llena de Polvo”, muy “polvorienta”, así que mientras voy dejando que el polvo decante empiezo a dejar entrar a otras cosas, vamos a ver qué filo tienen. Prefiero en un comienzo dejar que aparezca una criatura, después entenderla y observarla; primero dejo que se manifieste y después la entiendo, versus decir de antemano “bueno ahora tengo que hacer un disco con filo pop, así que me voy a poner a componer cosas de esta índole”. Ese no es mi método. En este momento entonces estoy más bien dedicándome a escribir y dibujar, mientras se asientan la polvaredas. Ya veremos qué nos depara el año que viene. ¡Supongo que girar mucho! Sí vendrá un video clip pronto, mucha gira y nuevas criaturas seguramente.
HR: Cerrando con una personal. “Ojos que ladran” decanta directamente en “Polvo” aunque éste contiene (a mi parecer) una riqueza superior desde lo global, en la que caí pasmado sobre el final del último y encantadoramente minimalista “Cometas”. Allí en Sale la luna (estudio donde se grabó con la destacada producción de Juan Ignacio Serrano) mientras todo iba desarrollándose y las tomas estaban bien calientes, cuando el sonido no podía ser más franco que en ninguna bajada a master, me pregunto, antes aclarando que no son canciones comunes, que son algo más y pasa algo solamente con darles play: ¿cuál fue tu primera impresión al terminar de hacer sus tomas en canciones como “Polvo”, “Caballito” o el corte “Corazón Licántropo” (con ese final de ópera-folk que parece que se terminó no una pieza, sino el mundo entero), o el mismo “La Espesura”?
PM: Ahh… Es increíble como la obra es infinita y se regenera. “Caballito” por ejemplo me sacó de la cama. Me estaba yendo a dormir muy triste una noche, con el corazón pesado, y cuando estoy entrando en sueños de pronto la canción se me canta en el oído, sola, así casi… (tararea la melodía dulcemente) Con letra... ¡todo! La imagen de la nena que quiere cruzar la calle y ve a su amor enfrente y no se anima… Y la calle es toda su timidez y su inseguridad, por supuesto. Ese es el tipo de momento cuando la canción viene y me ataca.
“Corazón licántropo” fue en cambio, algo que tuve que perseguir. La luna se me ponía en la ventana y me miraba, la noche se burlaba de mí y yo me volvía loca. No podía dormir. Me ocurrió de otra manera, no fue sutil “Corazón licántropo”. Fue una burla. Tuve que buscar y buscar y buscar. Pero tenía el sabor en la boca, eh. ¡Yo sabía lo que quería!
“Polvo” fue un diálogo que no pude tener. Tiene nombre apellido “Polvo” y me sorprende muchísimo que haya sido una canción con tanta llegada, siendo que la siento muy hermética. Me gusta hacer canciones que identifique al público y de alguna manera “Polvo” logró eso siendo una visión muy personal. Me sorprendió mucho.
“La espesura” fue un trance. Fue un cuento que escribí, que después se volvió canción. El cuento nunca fue escrito digamos, lo escribí en mi mente. Es muy onírico todo lo que pasó con este disco y por lo general mi obra tiene un pie muy grande en el inconsciente. O sea, como ya te dije, mucho fue escrito casi entre sueños. Una cosa es lo que me pasa a mí en la intimidad, levantarme a mitad de la madrugada a escribir una canción, a “sacármela de encima”. Otra cosa es mostrarle la canción por ejemplo a mis colegas. “Caballito” la iba grabar con PM Orgía y mis compañeras de banda no gustaron de la canción. Les pareció tonta. Entonces, bueno, si les parece tonta vamos a grabarla en otro disco. Y la llevé para “Polvo”. Y otra cosa fue cómo mis colegas recibieron la obra, cuánto permiso se les dio y luego a grabarla.
Antes de grabar por lo general toco las canciones en público, me gusta que el público también imprima su forma. No es lo mismo una canción que no fue escuchada por nadie a otra que fue de alguna manera “contorneada” por una audiencia, por la opinión. Me parece importante la colaboración del público en la obra.
Luego de escuchar la canción grabada en una primera toma, te morís. Ahí caés de rodillas porque la obra ya no es tuya. Es el Universo, manifestándose. Después te volvés un poco una demiurga y decís “bien, ahora que escuché el Universo quiero poner esto acá, quiero poner esto allá, quiero grabar esto acá”, me voy poniendo exquisita. Más o menos ése es el tratamiento de la obra en mi caso. Siempre dejo que hable, pero por momentos es un “ay, quiero probar esto acá”, viste. Me agarra una especie de complejo de deidad. Siento ganas de llevar a esa obra (que ya no me pertenece y que es de todas las personas que la vieron crecer) a un lugar extremo y ahí volver a soltarla. Recién entonces es cuando se graba y se imprime.
por Dani Cisterna
Agradecimiento especial: Lara Bulacios en PH Diapositivas.
Foto de tapa: Manada Real
Produccón por Cora Belén
PH: Maximiliano Nicotra